miércoles, 22 de octubre de 2014

Decoracion de fiestas

El otro día en el autobús, de camino a la casa de mis padres, me leí "Meridiano", de David Mena, de una sentada. Me ha resultado bastante perturbador, debido a que conozco personalmente a David y, a pesar de haber tenido nuestras buenas conversaciones, no llegamos al nivel de intimidad que permitiera compartir ciertas palabras o confidencias que se revelan en la poesía y en la prosa personal. A veces, abrir una puerta (o una ventana) a un espacio interno puede hacer cambiar la concepción que tengamos de una persona, o simplemente iluminarla. He de decir que no hubo nada en su libro que me sorprendió, como si de una manera especular se reflejara una persona que me había enseñado su oreja cuando yo sospechaba algo acerca Decoracion de fiestas un tímpano y un laberinto. También, debo confesarlo, es algo erótico poder descubrir esas olas de vacío reconocidas en el escritor (donde todos nos ahogamos).

Aquí os dejo una muestra.

Mono subido al Empire Aquí

Con franqueza, pensó el funcionario con el matasellos en la mano, uno nunca sabe lo que es la vida, se la figura distante, y al cabo de unos días la madre de tu mujer se viene a vivir a casa. (El estampe del matasellos cobraba fuerza). Y no es que me parezca mal, pero acaba ordenándote las miradas, y en unos días existe una barrera invisible entre mi mujer y yo. Y los niños empiezan a adolecer las trivialidades. Me jode callarme y tener que hablar con palomas mensajeras. Y ella, inmóvil, en medio del camino que separa mis costados. A estas alturas, escucho la electricidad corriendo a mi alrededor y empiezo a ver arrecifes en la casa.

Y uno, de pronto, comprende la rabia del mono subido al Empire State, esperando que la soledad lo devore, o que acaso una lotería me salve la vida.

Con este par de párrafos, David se ha internado, para su propia desgracia, en mi peligroso círculo adorado de poetas marcados y santificados, junto a Marco Antonio Raya, Francisco Javier Casado y Víctor Miguel Gallardo. Huid, hombres inteligentes y malditos, huid.

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